jueves, 30 de junio de 2011

Enrique Mansilla, y una guerra que cortó excelentes futuros

Enrique Mansilla es un automovilista argentino que se lució en los '80. Corrió con Senna, buscó oro en África y estuvo secuestrado cinco meses...


Saca de atrás de un sillón un banquito que no supera el medio metro de altura, y lo acomoda junto al hogar a leña. "Yo me siento en el enano, es cábala", dice, y no evita la sonrisa sarcástica. Se arremanga el buzo, sin dejar que se llegue a ocultar la bandera argentina que tiene bordada en al brazo derecho, y se prepara para la entrevista."Empezamos cuando quieras; pero para llevarnos bien, tratáme de "Quique", incluso cuando escribas la nota. ¿Dale?".
Su nombre es Enrique Mansilla, pero nadie lo llama así; desde sus inicios fue "Quique" o "Quiquito", sobrenombre que conserva aún hoy, a sus 45 años. 
Las paredes de su casa están repletas de fotografías que traen al presente la época en que se dedicaba al automovilismo, también hay copas, trofeos, una botella de Champagne testigo de algún podio, dos cascos sobre un estante y fotos con diferentes pilotos, entre ellos Fangio y Ayrton Senna.

Ayrton Senna y Quique Mansilla
Alrededor de los sillones y el banquito están sus dos hijos corriendo y tirándose bolas de plastilina. El clima, si bien íntimo y cálido, parece más de batalla campal que de entrevista. Pero esto, paradójicamente, no parece ser motivo de distracción para Quique. 
Durante la guerra de Malvinas era el piloto argentino de Formula 3 más conocido mundialmente, y estaba viviendo y corriendo en Inglaterra.
Unos años después, ya entrada la década del 90 y dada por terminada su carrera automovilística, decidió ir a buscar oro a África y quedó secuestrado en una guerra territorial.



"Yo soy un nabo, qué querés que te diga, donde hay quilombo está Quique Mansilla".

Formula 1 - Mc Laren MP4B - Silvertone Circuit

- ¿Cómo te enteraste del comienzo de la guerra de Malvinas?
Estaba con Nicki, mi mujer de allá, mirando un canal de música y tiraron un flash de que Argentina había invadido las Islas Malvinas. Entre algunos datos que dieron, escuché que los bancos habían comenzado a congelar los depósitos. Para serte sincero, en ese momento eso fue lo que más me inquietó, porque yo necesitaba plata en efectivo para vivir. Así que, en la preocupación por mover mi plata para poder tenerla, no caí en la cuenta de lo que estaba pasando.



- ¿Y cuándo caíste en la cuenta?
Cuando llamaron de urgencia al marido de mi vecina, que era piloto de la Fuerza Aérea Británica, para que se fuera con las tropas. Ahí recién me di cuenta de la situación.
A ella le pusieron de inmediato dos PM (policías militares) a su disposición; yo la cargaba, le decía que la tenían vigilada y que no se iba a poder mandar ninguna. 
Lo gracioso fue que unos días después, el gobierno decidió ponerme dos PM a mí para que el hecho de ser argentino y reconocido públicamente no me pusiera en riesgo.



Quique Mansilla edging ahead of Martin Brundle in typical weather at Silverstone.
The following year Brundle and Ayrton Senna were neck and neck for the most part.

- ¿Cómo viviste la guerra? ¿Cómo la sentiste?
No voy a mentirte, no la viví ni desde la bronca, ni desde la tristeza, ni desde la indiferencia. La viví desde la realidad. Imaginate la situación, yo me informaba con los medios de allá, que decían la verdad, no como los chantas de acá; y aparte la chica de al lado me mantenía al tanto de lo que sabía por el marido.

La guerra la viví con mi mujer, la vecina, los PM de ella y los míos, todos juntos "en familia" tomando vino y mirando la televisión.


- ¿Qué pasaba en las carreras?
Cuando llegaba a la pista era otra cosa, porque a pesar de todo había que ganar igual. No faltaba el piola que gritaba cosas desde la tribuna antes de largar, pero no me importaba. Me habían advertido que no me convenía subir al podio, pero cuando gané subí igual, dos segundos? pero subí.


- ¿Qué recordás de esos dos segundos?
Que llegué a ver los mástiles de la entrada con banderas de todas las nacionalidades, y había uno vacío, el de la bandera argentina.


- ¿Qué pasó después de la guerra?
Me vine a Argentina para volver a negociar los sponsors. El tema es que acá era todo un lío y muchos auspiciantes se bajaron; me quedé con Munro solo y tuve que gestionar un subsidio. En ese momento no se dio a conocer que el estado me había dado plata, pero si no, no podía correr más.
El tema es que sin sponsors el auto iba a quedar aburrido, así que por nacionalismo, o de puro jodido que soy, le pinté en el costado: "Visite Argentina, mi país"; y también me puse en el cuello y en la cintura del traje, dos letreros que decían: "Compre Argentina, compre calidad".
Fue mi manera de decirles "fuck you" a todos los ingleses.


Un olor que viene de la cocina lo desconcentra, es inevitable que vaya a fijarse qué están cocinando.
Vuelve con dos empanadas de carne, una copa de vino y una de gaseosa.
"A Ramona no le podés negar una empanadita, las amasa ella", sonríe. 
Se vuelve a sentar, termina su empanada en tres bocados, toma un sorbo de vino y se dispone a seguir hablando.
"¿Estábamos en??"


- No importa, "viajemos" a África. ¿Cómo decidiste irte a buscar oro?
El tema fue así. Yo ya no corría, vivía en EEUU y tenía una concesionaria de autos. Trabajaba bien, pero ya estaba aburrido. Un día un cliente me contó que se dedicaba a la búsqueda de oro y diamantes en África y que le iba muy bien; aparte me comentó que había tierras muy explotables en venta.




La idea me partió la cabeza. ¿El resultado? Me junté con cuatro socios, les pedí algo de plata a algunos amigos de mucha confianza y les prometí intereses, vendí todo y me fui a buscar una aventura. Lo único que me quedó en EEUU fue mi mujer, que, dicho sea de paso, no le gustó para nada la idea.


- ¿Con qué te encontraste cuando llegaste?
Apenas llegué recorrí mucho, tenía tiempo porque faltaban algunos días para que llegaran las maquinarias.
Justo el día que llegaban las fui a buscar al puerto y vi cómo el barco se acercaba al muelle y volvía a alejarse.
Ahí me di cuenta de que algo andaba mal; eso que andaba mal era el comienzo de una guerra territorial entre Charles Taylor y Prince Jonson, de la cuál terminé siendo rehén.
Un líder venía por agua y el otro por aire, se encontraron justo en Liberia, en donde yo estaba, y se armó la primera batalla.



- ¿Cuándo quedaste involucrado en la guerra?
Después de unas semanas, cuando Jonson se dio cuenta de que venía perdiendo y tuvo la feliz ocurrencia de secuestrar a los "blanquitos" para presionar a la Comunidad Europea y a EEUU.

Me agarraron a mí y a mis socios, uno era inglés, otro australiano y otro norteamericano. Tenían para todos los gustos. Nos tuvieron en cautiverio bajo el tíulo de invitados, pero estábamos en una choza, casi no se podía dormir, no nos bañábamos, comíamos cualquier cosa, fue un desastre.


 

- ¿Cuánto tiempo estuviste secuestrado?
Cinco meses, tres semanas y cuatro días exactamente. Nos liberaron por una tranza con Estados Unidos. No sabés qué felicidad poder bañarme, gasté siete litros de agua.

- ¿Volviste a Estados Unidos?
¡No! Si volvía mis amigos me mataban, todos me habían prestado plata, el negocio tenía que funcionar sí o sí. El único problema fue el enojo que se agarró mi mujer, pero le dije "gorda, si querés doblar, doblá; yo sigo para adelante y a fondo", ja, no la vi más.

- ¿Cómo siguió tu vida en África?
Me hice muy amigo del dueño de un hotel y pude llegar al presidente Charles Taylor.
Imaginate, él era el que estaba en guerra con Jonhson, así que para mí era el nene malo con la pistola grande; pero terminó siendo un buen tipo.
Me dejó que laburara en minería pero para él; me dijo que iba a ser 80%, 20%. En mi ingenuidad creí que el 80% era para mí; no, le pifié re mal.
Cuando volví al territorio de Jonhson para buscar mi documentación, ya me habían buchoneado y me metieron preso por estar con Charles Taylor. Una vez más Mansilla en problemas. Por suerte, mi "jefe" era más pesado y me liberaron.


- ¿Encontraste oro y diamantes?
Sí, trabajé ocho meses en los que, obviamente, no le di el 80% a Taylor. Cuando logré conseguir la plata saldar todas las deudas y tener una ganancia considerable decidí irme. Pero acá viene una historia más.



- ¿Hay más?
Cuando ya estaba por irme y no quería saber más nada, una mujer me suplicó que me llevara a su hija de 19 años para que no la mataran.
Fue todo un tema, me fui de África a Italia con la negra escondida
 y nadie quería saber nada con ella, ni el cónsul. Viajé a Argentina pero en San Pablo había que cambiar de avión, y como la mina esta no tenía pasaporte no me querían dejar pasar; así que tuve que dejar unos manguitos en el aeropuerto.

Triunfo en Grands Hatch
- ¿Y cómo pudo entrar en Argentina?
Gestioné un documento para que entrara como refugiada política, pero, si bien el cónsul la recibió, los trámites no fueron inmediatos. 
Una vez más Quiquito metido en alguna locura: me traje a la negra a vivir a casa. Hasta que me pudrí porque ya estaba demasiado mimosa y le presenté a un chico, ahora están casados y tienen dos chicos.



Quique podría seguir hablando por horas, ya que una y mil anécdotas surgen de cada palabra.
En medio de tantos recuerdos, asegura que si bien su historia suena "delirante", está dentro del "marco normal" de un aventurero como él.



- Si pudieras elegir ¿Vivirías otra vez tu vida?
Por más que pudiese lograr una copia exacta de mi historia, no sería ni la mitad de intensa de lo que fue. Mi vida es única, no acepto imitaciones.



Nota: DANIELA CALABRÓ
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Apuntes de Repco von Brabham:

Al igual que a Mansilla, su Graciosa Majestad Británica también me puso dos fornidos Policias Militares en la puerta de mi casa.., yo los hacía enojar llamándolos los "doble pechuga"...

Bueno.., yo tenía allá unos cassettes del humorista Luis Landriscina., Y SE LOS PONÍA AL MANGO., con los parlantes del Stereo orientado hacia los PM...

Un día (en plena Guerra de Malvinas), uno de los nazis PM insultó a mi novia inglesa, diciéndole que "cómo podía andar acóstándose con un "Argie"..."

Cuando me enteré, fuí y lo cazé del cogote, pero lo dejé rápido dado que eso bien podría ser una "cama" para tener excusas para deportarme.., y expulsarme de las pistas.

Como ven, con la rama femenina de Gran Bretaña, los Argentinos no teníamos ningún problema., ni siquiera durante la Guerra..

Lamentablemente, era obvio que nuestras carreras como pilotos Internacionales eran casi destrozadas por esa guerra que nos puso fuera del Mundo.



Quique Mansilla con su inglesita, Sergio Rinland, y Enrique Benamo (Yo).
Victor Rosso se escarba la nariz sentado en el Ralt.
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LA RELACIÓN CON AYRTON SENNA

Sus carreras se dieron prácticamente a la par; si bien Senna fue más popular mundialmente por haber llegado a la Fórmula 1, cuando ambos corrían en la Fórmula Ford inglesa eran tan reconocidos uno como el otro y era grandes adversarios.
Carrera tras carrera se tiraban los autos encima, doblaban cerrado en las curvas para sacar al otro de pista, y se miraban con odio cuando les tocaba compartir el podio. Todo esto ya no era parte de la carrera sino de algo personal. Se disputaron dos títulos, uno lo ganó Mansilla y el otro Senna.
Lo anecdótico es que esa enemistad entre ambos pilotos y esa desmedida competencia por demostrar quién era el mejor, se transformaron en las causas de una estrecha relación de amistad.
Quique y Ayrton han disfrutado de miles de salidas juntos en Londres, e incluso, cuando todos los pilotos extranjeros debían compartir las habitaciones de los hoteles, ellos siempre decidían ser compañeros de cuarto.
Mansilla asegura que su amigo Ayrton, más allá de ser un piloto extraordinario y admirable, era una excelente persona.


Senna y Mansilla
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